El sábado a la noche fui a un “local bailable” que hace un tiempo solía ser un simple bar, y que ahora… se convirtió en un antro, donde, después de la 1, suben el volumen de la… ¿música? Por supuesto que a partir de ese horario no se ve un alma, excepto sombras entre la luz del flash. Y además, y esto lo digo como ex fumadora, me llené tanto de humo que, al volver a mi domicilio, tuve que meter absolutamente todo mi atuendo en el lavarropas, y a mí misma en la bañera, como único modo de volver a sentirme “persona”. Es más: mis pulmones quedaron en tan mal estado como en mis peores épocas con el cigarrillo. Pero además, estando allí, no podía casi hacerme escuchar ni tampoco lograba –casi nunca– entender lo que me decían. Sólo intuía algunos pocos significados a través de movimientos gestuales. No podía detectar si por casualidad había en el local algún ser de mi agrado ni tampoco tener una amena charla con mis compañeros de mesa. No, mi querida, ya no estás para estas cosas (me dije)… Y así fue: no duré demasiado en el lugar… Decidí que lo mejor –y más placentero– sería el reencuentro con mis amadas sábanas.
Ave Larga
2 comentarios:
No solo los años no vienen solos, sino que ya en los bares no se puede charlas y si una intenta hacerlo se va con dolor de cabeza y garganta...
La mejor opcion, cenar en casa con amigos y despues camucha
Hola Opi: La verdad... creo que ésa es la mejor opción, coincido totalmente... De hecho, ayer caí engripada... Y no sé si no viene desde el finde pasado, cuando salí, como vos decís, con dolor de cabeza y de garganta. Creo que voy a imponer la opción B que proponés... Jeje... Un abrazo!!
Ave Larga
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