Desde que tengo memoria, tanto en el colegio como en mi casa, he escuchado hablar sobre las riquezas de nuestro país, tanto en la agricultura como en la ganadería. También me hablaban y me hicieron conocer los oficios, como el de zapatero, tan necesarios como el pan de cada día, ya que cuando una suela se gastaba o una zapato se descosía, el hombre de las manos callosas y “embetunadas” era el único que podía, en tan sólo dos días, arreglar nuestros problemas de calzado. Ahora, cuando se te rompe un zapato, generalmente se despega la suela del “cuero ecológico” (que más parece un plástico que un cuero), y no te queda otra que tirarlo e ir a buscar alguna liquidación de temporada. Otros oficios que recuerdo gratamente, porque me acerca mucho a mi madre, es el de ferretero. A una cuadra de donde yo vivía en mi adolescencia, había un local (hoy sigue estando) atendido por su dueño, donde podías encontrar hasta el “piringundín” más raro que te pudieras imaginar. Las famosas tapas de luz de baquelita (ahora son todas plásticas) y el tamaño y modelo de tornillo o clavo que se te ocurriera. Recuerdo que mi madre le pedía consejos al ferretero sobre cómo cambiar un enchufe o un interruptor de luz, qué cincha convenía comprar para arreglar el fondo de un sillón, hasta cómo cambiar un tapón de luz(hoy reemplazados por las famosas llaves térmicas). Casi todas estas bondades ya no existen. Las riquezas del campo se ven manejadas por las decisiones político-económicas del gobierno de turno, los zapatos de “típico cuero argentino” fueron reemplazados por las grandes marcas globalizadas de “cuero ecológico” made in china y las famosas ferreterías se ven atestadas de cosas que no sirven para nada porque, total, uno compra todo hecho en las mega tiendas de la cadena EASY. Es el avance o la modernización de la tecnología, pero en lo que tiene que ver con los oficios, hemos perdido el trato personalizado o la buena sensación de entrar en un local y ver el cartelito que decía: “ATENDIDO POR SU DUEÑO”. En cuanto a la agricultura y la ganadería, de más está aclarar que los pequeños productores se ven afectados por los pooles sojeros y tamberos. Pero además, tienen una pelea encarnizada en el norte de nuestro país en cuanto a salud, por los estragos que está haciendo el plaguicida utilizado para la soja y los efectos que produce en la tierra y en las personas que inhalan el producto, ya que es derramado sobre los campos con aviones. 17 millones de hectáreas de soja (el 55% de los cultivos de nuestro país) están ubicadas en ciudades donde, dentro de esas zonas, hay caseríos o pueblos enteros. En este caso es peor, se utiliza un plaguicida que no deja rastros en las personas, y, sumados al CERO control de salud poblacional de nuestro país, tenés el asesino perfecto. ¿Dónde está el país que me contaron en el colegio? ¿Dónde están las riquezas cuando no puedo comer carne como antes? ¿Desde cuándo el gobierno regula el consumo de la leche, el aceite y otros productos? ¿Por qué hay tanto cultivo de soja, y lo que consumimos acá? ¡Porque la soja que compramos para comer sushi viene de china! Si hubiéramos hecho caso a Juan Manuel de Rosas, hoy nuestro país se llamaría “Estados Unidos de la República Argentina” -argentina: proviene del latín "argentum" (plata)– y tal vez así habríamos sido el granero del mundo, la tierra de esperanza para los inmigrantes. Bah... pensándolo bien... no sé.
Tengo un día de miércoles. Perdón.
Ammé Bisau
Tengo un día de miércoles. Perdón.
Ammé Bisau
1 comentario:
Si me habran jodido en el colegio con "Argentina, granero del mundo"
Ahora por ahi somos granero del mundo pero no nuestro, aca comemos soja transgenica de otros paises y vendemos la nuestra con pesticidas.
Todo es asi aca, por mala suerte.
Publicar un comentario