FIEBRE DE PELÍCULA

Cuando yo era chica las películas eran prohibidas para menores de 14 o para menores de 18. Por ejemplo, cuando se estrenó Fiebre de sábado por la noche venía con el cartelito de: “Prohibida para menores de 14”. El tema es que yo tenía 11, pero no me la podía perder... Aunque yo no sabía que el film iba a marcar una época, era LA música que se bailaba en todos lados. Era EL disco que pasaban en todos los asaltos. Eran LOS temas con los que había bailado por primera vez. Eran LOS pasos de John Travolta. Y también… eran los primeros lentos… Era demasiado. Moría por ver Fiebre de sábado por la noche. Así que insistí tanto que mi mamá me pintó, me hizo el rodetito, me puso un vestido largo y me llevó al cine. Pasé con cara de nada y no me pidieron el documento, cual señorita con cara de nena. Una vez adentro, la película me conmocionó totalmente. En esa época no se veían ni insinuaciones de escenas de sexo ni de violencia. Y menos, si tenías menos de 18 años (¡y ni hablar de 11!). Pero se me cayó la mandíbula cuando apareció el piso multicolor con las luces que se prendían y se apagaban, y la bola de espejos... Y, por supuesto, los históricos pasos de John Travolta. Sólo cerré la boca con los títulos. Porque a fines de los ’70 y con menos de 13 años, Fiebre de sábado por la noche había superado todas mis expectativas.

Ave Larga