lunes, 12 de mayo de 2008

CRUEL EN EL CARTEL

“Lunes otra vez sobre la ciudad” y para no morir en el intento, bajando las escaleras del subte me encuentro con una imagen que se mezcla entre el tango de Homero Expósito ("afiches") y una sensación de amargura en la garganta. A mi memoria acude Lorís Carall, cantando: “Cruel en el cartel, la propaganda manda cruel en el cartel. Y en el fetiche de un afiche de papel se vende la ilusión, se rifa el corazón”. Sí, sí, señores, Metrovías puso el tan temido cartelito pero esta vez las únicas líneas que se mantuvieron ajenas a la marquesina fueron la H y el premetro. Y la suave voz del altoparlante te termina de matar y empuja la daga más al fondo: "Din don, din don, Metrovías anuncia que la línea C..., la línea B..., la línea D..., la línea A... y la línea E... se encuentran interrumpidas por conflicto gremial. Muchas gracias. Din don, din don". -¡Me quiero matar!-, grita un pibe y se agarra la cabeza, mientras una chica saca su pase y se dirige a la ventanilla para solicitar la reposición del dinero. ¡Qué ilusa!, me digo a mí misma, Metrovías te da un pase nuevo para que uses en otro momento, nunca te devuelve la plata, si te querés tomar un bondi tenés que conseguir nuevamente las monedas. Con el corazón partido y la garganta seca decido bajar las escaleras hacia el andén e intentar suerte. A lo lejos escucho el vago eco que produce la formación del subte al acercarse a una estación y la pena en mi corazón va desapareciendo. Miro a mi alrededor y descubro que los pocos que estábamos esperando en la estación tenemos la misma cara de asombro. El subte se estaba acercando, y no termino de creer lo que mis ojos ven mientras vuelve a sonar la voz amable de la señorita de Metrovias: "Din don, din don...". Me refriego los ojos como para sacudirme el sueño y vuelvo a mirar... Sí, el subte estaba casi vacío, podíamos elegir en qué asiento sentarnos. No sé si como una broma del día de los santos inocentes o conflicto gremial, pero por primera vez en años pude viajar en el subte bien, no me apretaron ni me empujaron para entrar y además viajé sentada. La suerte me sonrió sólo por no hacerle caso al cartel.

Ammé Bisau

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