Esta costumbre en el campo es conocida por muchos para apaliar el hambre y la necesidad. Ayer, en la ciudad de Buenos Aires y en algunas provincias netamente ganaderas o agrícolas, se pudo ver cómo la gente batió sus cacerolas luego de que Cristina Fernández terminara su discurso reflexivo. Ahí el pueblo gritó ¡BASTA! Luego de escuchar una suerte de alegoría sobre los distintos piquetes según quien reclama y calificar de “piquetes de la abundancia” a los que están instalados desde Semana Santa, la gente se auto convocó en distintas esquinas representativas del sentir argentino. Cacerola en mano y con carteles improvisados que pedían a los automovilistas que tocaran la bocina por el campo, se fueron sumando cada vez más. En la Plaza de Mayo se congregó mucha gente, no sólo por la protesta del campo. La gente decía ¡BASTA! a la inflación, “al índice mentiroso del INDEC”, a la falta de carne y leche en los supermercados, la gente golpeaba acompasadamente las cacerolas como gargantas latosas rogando ser escuchadas. No conforme con ello, el representante de los piqueteros “K”, Luis D’Elía, se hizo presente en el lugar, con más de 600 personas desfilando cantitos alusivos a favor del gobierno pingüino. Hubo enfrentamiento, golpes, heridos y corridas y se pudo ver al líder piquetero (ex funcionario kirchenista) gritar a la cámara de televisión: “No nos vamos a quedar de brazos cruzados mientras la puta oligarquía haga lo mismo que hizo en los últimos 200 años”. Éste es el nuevo “palito de aboyar ideologías”(*) del gobierno, la mano de obra (sucia) barata. Los que cuando ponen la yerba a secar al sol, pasan pisoteando todo lo que encuentran a su paso.
(*) Así denominó Quino (dibujante y humorista Argentino) al garrote de la Policía en su famosa y reflexiva tira Mafalda.
Ammé Bisau
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