
La raíz WEN viene del indoeuropeo, que es la lengua madre del sánscrito, del griego y del latín, y WEN significa DESEAR INTENSAMENTE, QUERER, AMAR… Ahora, de WEN proviene la palabra VENUS, que es el nombre de la diosa del amor, y de VENUS procede VENÉREO, que, por si no lo sabían, antes se refería sólo al amor físico, pero –y esto sí lo sabemos todos- hoy se aplica exclusivamente a ciertas enfermedades sexuales. Y por si esto fuera poco, de VENUS también se deriva VENERADO, que es aquella persona idolatrada, admirada...
Pero un buen día llegaron los filtros de amor y los sufrimientos atroces, propios del amor no correspondido, que hicieron entonces que de la palabra WEN se derivara el terrible término VENENO. Y llegamos entonces a cerrar el círculo, para ahora sí enterarnos de cómo se aliaron las palpitaciones del corazón con la interrupción definitiva de los latidos. Alcoyana alcoyana, señores, porque fue así cómo amar y morir quedaron unidos para siempre, sobre todo si sos un romántico o un adolescente, o sea, el candidato ideal para degustar las expresiones más tremendas. Eso sí: cuando perder la vida por tanto afecto no va más allá de una manera de hablar, entonces la frase “Morir de amor” también puede fácilmente reemplazarse por la prosaica: “Hay amores que matan”.
Fuente: Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, Héctor Zimmerman
Ave Larga
2 comentarios:
Excelente, te aplaudo de pie!!
Salu2 desde la "otra vereda".
Buenísimo Ave! mirá vos!
Besooo
Pablo
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